domingo, 24 de mayo de 2009

Un fuerte instinto de superación.

Las Parras, esas mismas que ocultábanme celosamente del sol ese día, me traen tanto recuerdo. Fueron esas Parras las que no se conformaron con 10, sino con 100. y no fueron 100es cualquieras, fuero las mejores.
Me dieron sandías, plátanos, naranjas, manzanas y kiwis. Todo eso me trajo esa enredadera. Se portó muy bien conmigo.
Ahora, la Parra ya no está, pero no me siento solo. Ahora tengo árboles que me cuidan del sol, como solía hacerlo mi ex-amiga verde. Siento que no es lo mismo, pero de eso se trata vivir. Costumbres a nuevos y maravillosos matices, algunos eternos, otros pasajeros, pero, todos iguales al fin.

Con algunos por ejemplo, expuse mi corazón, y esperé lo mismo de vuelta. Pero al parecer, muchos de ellos fueron talados.
No es el caso de uno en especial, que me llama la atención que sea, tan, pero tan grande, que incluso desde la playa me da sombra... A ese lo quiero de por sobremanera, porque ha crecido muy rápido. Lo riego con cariño, y con cariño se cultiva; en dos semanas alcanzó la corpulencia que tiene ahora.
A ése yo le expuse mi corazón... Ahora, he de sacar mi fuerte instinto de superación, para que de esa forma, yo me demore poco en crecer tanto como ese gran, tierno, lindo y cariñoso roble viñamarino. Con buena altura, ambos podríamos mirarnos sin que nos interfiera otra vez la cordillera de la Costa.

2 comentarios:

El_Morales dijo...

que pasa con los árboles más pequeños?

^^ saludos

j0! dijo...

aaaww *.*
ánimo en todo =) ^^